11 noviembre, 2017

Libro V: El Libro del Amor. Canto III: Satyavan y Savitri, 401

​[Continúa y finaliza el parlamento de Satyavan comenzado en 400b.]

Aunque del cielo tu belleza parece aliada,
mucho más se regocijarían mis pensamientos sabiendo
que una mortal dulzura sonríe entre tus párpados
y que tu corazón puede latir por unos humanos ojos
y que tu áureo pecho se estremece con una mirada
y que su agitación responde a una voz nacida en la tierra.

Si nuestros afectos afligidos por el tiempo puedes sentir,
si las cosas normales y simples de la tierra te pueden satisfacer,
si tu mirada puede dirigirse contenta hacia el suelo de la tierra,
y esta celestial muestra de deleite,
tu cuerpo dorado, confrontar la fatiga
oprimiendo con su gracia nuestra tierra, al tiempo que
el frágil dulce gusto pasajero de la comida terrestre
te retiene y el saltarín vino de los torrentes,
desciende. Detén tu jornada, quédate con nosotros.

Cercano está el escarpado eremitorio de mi padre
tras esas altas hileras de silenciosos reyes,
amenizado por las voces de coros de multicolor vestimenta
cuyos cantos repiten transcrita en musicales notas
la apasionada inscripción colorida de las ramas
y llenan las horas con su melodioso grito.

Entre el zumbido de bienvenida de las numerosas abejas
entra en nuestro melifluo reino de los bosques;
deja que te conduzca allí a una opulenta vida.

Austera, simple es la rústica vida eremítica;
mas está vestida con las joyas de la tierra.

Corren los vientos salvajes — visitantes entre medio de onduladas cimas,
a través de los calmos días centinelas de paz del cielo
que recostadas en una atmósfera vestida de púrpura
contemplan desde lo alto un rico sigilo y silencio
en cuyo interior salmodian las aposentadas aguas nupciales.

Enormes, susurrantes, multiformes alrededor
altos bosques en los que los dioses han tomado en sus brazos
la hora del hombre, un huésped de sus seculares pompas.

Ataviadas están las mañanas de verde y oro,
sol y sombra tapizan los muros
para hacer una cámara de reposo digna de ti."

Notas:
... de silenciosos reyes: las montañas
…centinelas de paz del cielo: las cimas