29 junio, 2023

La Influencia y Acción del Ser Psíquico II

Si desde un principio la entidad psíquica hubiera estado revelada a sus ministros y hubiera sido conocida por ellos en lugar de ser un rey recluido en una cámara secreta, la evolución humana hubiera sido una expansión rápida del alma, no ese desarrollo difícil, atormentado y desfigurado que es ahora; pero el velo es espeso y nosotros no conocemos la Luz oculta en nosotros, la luz en la cripta secreta del santuario más profundo del corazón. Desde el alma surgen insinuaciones hacia la superficie de nuestro ser, pero nuestra mente no discierne la fuente; las aprovecha para sus propias actividades porque, antes incluso de llegar a la superficie, han sido revestidas de sustancia mental; así, ignorando su autoridad, las escucha o no las escucha, siguiendo su tendencia o su humor del momento. Si la mente obedece al impulso del ego vital, hay pocas posibilidades para que el alma dirija la naturaleza o manifieste por poco que sea su sustancia espiritual secreta y su movimiento natural; o si la mente es presuntuosa actuando según propia pequeña luz, si está atada a su propio juicio, a su voluntad y a la acción de su conocimiento, el alma quedará igualmente velada e inactiva, aguardará a una evolución ulterior de la mente. Porque el elemento psíquico interior está allí para sostener la evolución natural, y la primera evolución natural debe ser el desarrollo del cuerpo, de la vida y de la mente; sucesivamente ellos deben entonces actuar cada uno siguiendo su propia naturaleza o todos juntos en una asociación mal combinada, para crecer, hacer su experiencia y progresar. El alma reúne la esencia de todas nuestras experiencias mentales y se las asimila para hacer avanzar la evolución en nuestra existencia en la Naturaleza; pero esta acción es oculta, no se muestra a la superficie. En las primeras etapas materiales y vitales de la evolución del ser no existe, de hecho, ninguna consciencia del alma; hay actividades psíquicas, pero los instrumentos, las formas de estas actividades son vitales y físicas, o mentales cuando la mente está activa. Porque incluso la mente no reconoce su carácter profundo en tanto que ella sea primitiva o su desarrollo sea todavía demasiado exterior. Nosotros podemos fácilmente considerarnos como seres físicos o seres vitales o seres mentales que se sirven de la vida y del cuerpo e ignorar totalmente la existencia del alma. Porque la única idea definida que nosotros tenemos del alma es que sobrevive a la muerte de nuestro cuerpo; pero lo que ella es, nosotros no lo sabemos, e incluso si alguna vez somos conscientes de su presencia, no somos normalmente conscientes de su realidad distinta, ni siquiera sentimos claramente su acción directa en nuestra naturaleza.

Sri Aurobindo

Cortesía del Centro Sri Aurobindo de Barcelona.

 (continuará)