15 octubre, 2019

Libro VII: El Libro del Yoga. Canto I: La Alegría de la Unión; la Ordalía del Conocimiento Previo de la Muerte.


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Así en la silenciosa cámara de su alma
enclaustrando su amor a vivir con secreta angustia
moraba ella cual mudo sacerdote con dioses ocultos
no aplacados por la silenciosa ofrenda de sus días,
ofreciéndoles su pesar como incienso,
su vida el altar, ella misma el sacrificio.

Mas continuaban creciendo el uno en el otro
hasta parecer que ningún poder podía separarlos,
puesto que incluso las barreras del cuerpo no podían dividir.

Pues cuando él caminaba por el bosque, a menudo
su consciente espíritu paseaba con él y estaba al tanto
de sus actos como si dentro de ella misma se moviera*;
él, menos consciente vibraba con ella en la lejanía.

Continuamente crecía la estatura de su pasión;
el dolor, el miedo mudados en alimento de un poderoso amor.

Magnificado por su tormento abarcaba el mundo entero*;
era toda su vida, se convirtió en toda su tierra en su cielo todo.

Aunque nacido en la vida, un hijo en las horas*,
inmortal caminaba imperecedero como los dioses:
su espíritu ensanchado inconmensurable en fuerza divina,
un yunque para los golpes del Hado y del Tiempo:
o cansado del apasionado exceso de aflicción,
el mismo dolor se tornaba calmo, de ojos deslucidos, resuelto,
aguardando un desenlace de su ardiente lucha,
algún hecho en el cual pudiera por siempre cesar,
victorioso sobre sí mismo y sobre la muerte y las lágrimas.

El año pausaba ahora sobre la orilla del cambio.

Las tormentas ya no surcaban con estupendas alas
ni el trueno furioso daba zancadas a través del mundo,
mas todavía se escuchaba un murmullo en el cielo
y la lluvia goteaba continua a través del lúgubre aire
y nubes grises de lenta deriva cubrían la tierra.

Como el pesado cielo de su pena cubría su corazón.

Un silencioso yo permanecía escondido en el interior mas no alumbraba:
ninguna voz descendía desde las olvidadas alturas;
sólo en la privacidad de su angustioso dolor
su humano corazón hablaba al destino del cuerpo.

Fin del Canto Uno

 Notas:
como si dentro de ella misma se moviera: Sri Aurobindo describe aquí una bella y poderosa imagen, la creación de un espacio escénico en el interior de la propia Savitri, en el cual su espíritu tendría la capacidad de seguir en todo momento los pasos de Satyavan, creándose una excepcional unión entre ambos.
Magnificado por su tormento abarcaba el mundo entero: su poderoso amor.
Aunque nacido en la vida, un hijo en las horas: su espíritu.