15 julio, 2018

Libro V: El Libro del Amor. Canto III: Satyavan y Savitri, 410

En un amplio momento de dos almas que se encuentran
sintió ella su ser fluir dentro de él como en olas
se derrama un río dentro de un poderoso mar.

Como cuando un alma se está fundiendo en el seno de Dios
para por siempre vivir en Él conoce Su alegría,
su conciencia se volvió consciente de él solo
y todo su separado ser se perdió en el de él.

Cual cielo estrellado que rodea la feliz tierra,
la encerró él dentro de sí en un círculo de felicidad
y encerró el mundo dentro de él mismo y de ella.

Un aislamiento ilimitado hizo de ellos uno;
consciente de ella envolviéndole
la dejó penetrar hasta su mismísima alma
como si un mundo fuera colmado por el espíritu del mundo,
como lo mortal despierta dentro de la Eternidad,
como lo finito se abre a lo Infinito.

Así se perdieron el uno en el otro por un momento,
luego retirándose de su prolongado trance de éxtasis
devinieron un nuevo ser y un nuevo mundo.

Cada uno era ahora una parte de la unidad del otro,
el mundo no era sino el escenario del encuentro de dos
o la estructura más amplia de su propio ser maridado.

En el alto brillo de la cúpula del día
el Hado hizo un nudo con los hilos del halo de la mañana
mientras por ministerio de una hora auspiciosa
corazones uncidos ante el sol, sus nupcias de fuego,
el matrimonio del Señor eterno y su Esposa
tuvo lugar una vez más sobre la tierra en formas humanas:
en un nuevo acto del drama del mundo
los Dos unidos iniciaron una edad más grande.

En el silencio y murmullo de este mundo esmeralda
y el siseo de sagrado verso del viento sacerdotal,
entre el susurro coral de las hojas
los gemelos de amor se habían juntado y eran uno.

El natural milagro se obraba una vez más:
en el inmutable mundo ideal
un momento humano devenía eterno.

01 julio, 2018

Darhsan

   Veía a la Madre dos veces al día. Acostumbraba a dar darshan por las mañanas en el espacio de meditación. Por las tardes subíamos para el darshan a la parte alta de las escaleras. Recuerdo mi primer darshan con la Madre. La vi sentada en lo alto de las escaleras llevando el más exquisito y bello sari azul. Sus ojos eran algo indescriptible. Quedé abrumada por la experiencia. Quedábamos cautivados por ella de forma inmediata.

   El poder de Sri Aurobindo era muy diferente. Lo veía sólo con ocasión de los cuatro darshans que daba a lo largo del año. Pasábamos ante él uno por uno rápidamente, pero él ¡transmitía tanta Fuerza al interior de cada uno de nosotros en tan corto espacio de tiempo! Recuerdo un darshan en el mes de Abril, al atardecer, sentados en el patio esperando para subir por las escaleras. Podía sentir palpablemente retemblar todo el patio hacia atrás y hacia delante debido a la cantidad de Fuerza que emanaba de su presencia. Ésta es una de las razones por la que los niños no eran admitidos en el Ashram hasta una cierta edad. Tan grande era la fuerza. A menudo enfermaban.

   Durante mi primer darshan, conforme me aproximaba a la habitación interior, al alcanzar la puerta pude sentir dos rayos de luz penetrando en mi pecho. Todavía permanecía en la puerta cuando lo sentí. Al pasar ante Sri Aurobindo fue como si estuviera en trance y al alejarme permanecía todavía en ese estado.

   Sin embargo en cierta ocasión estaba hablando con la Madre antes de un darshan con Sri Aurobindo. Le dije:
 -Madre, yo no "veo" a Sri Aurobindo durante los darshans. Claro que lo veo físicamente, pero tengo la impresión de que no lo veo interiormente. La Madre dijo: -Sí, es cierto, resulta muy difícil.
- Pero Madre, otros me dicen que ellos lo "ven". Ella dijo: -Tal vez sólo lo aparentan. Después de esto, en el siguiente darshan "vi" a Sri Aurobindo de una forma totalmente diferente. La Madre había abierto mi visión interior y me había dado la capacidad de "ver" verdaderamente a Sri Aurobindo.

Tehmi Masalawalla, conversación con Anie Nunnally. The Golden Path.