Deseaba persistentemente esta apertura del corazón y en varias ocasiones hice que la Madre pusiera su mano sobre el centro de mi pecho, rogándole que propiciara la apertura de esa parte, hasta que se produjo. En ese momento pude darme cuenta cuán cerrada permanece esa región en los seres humanos. Con esta apertura no solo llegó una gran amplitud sino también un hermosa atmósfera llena de flores y de fragancias que acompañaban este dichoso bienestar. En ocasiones la sensación de apertura era tan intensa que casi me quedaba sin aliento y rogaba para que esta celestial sensación nunca me abandonara.
Amal Kiran, conversación con Anie Nunnally. The Golden Path