En cierta ocasión Sri Aurobindo expresó a uno de sus
biógrafos: “Ni usted ni nadie saben
nada de mi vida, nunca ha ocurrido nada en la superficie que la gente pueda ver.”
No obstante, el poema Savitri guarda al lector una sorpresa al respecto.
Aparte de que la impronta de Sri Aurobindo, y sus experiencias, queda reflejada
a lo largo de todo el poema, el Libro I: El Libro de los Comienzos, en su Canto
III: El Yoga del Rey: El Yoga de la Liberación del Alma, contiene lo que
podemos considerar el autorretrato espiritual o interior de Sri Aurobindo. Por
ello los versos a continuación, pertenecientes a dicho Canto, en la página 22
del poema, pueden entenderse referidos en su integridad a Sri Aurobindo.
Incorporado al Espacio y Tiempo cósmicos
y pagando aquí la deuda de Dios con la tierra y el
hombre
una filiación mayor era su derecho divino.
Aun consintiendo la mortal ignorancia,
su conocimiento compartía la Luz inefable.
Una fuerza de la Permanencia original
involucrada en el momento y su flujo,
conservaba la visión de las Vastedades más allá:
había en él un poder de lo Incognoscible.
Archivero de los símbolos del Más Allá,
tesorero de sueños que exceden lo humano,
portaba el sello de poderosos recuerdos
y derramaba su grandioso rayo en la vida humana.
Sus días eran un largo
crecimiento hacia el Supremo.