15 junio, 2021

489 Libro VII: El Libro del Yoga. Canto III: La Entrada en los Espacios Interiores.

Tras forzar la entrada en el subconsciente, Savitri va a recorrer una serie de planos previos al encuentro con su alma. En las líneas siguientes entra en primer lugar en el mundo del sentido.  

Atravesó una peligrosa frontera

en la que la Vida se introduce en las tinieblas de lo subconsciente

o se esfuerza desde la Materia dentro del caos de la mente,

rebosante de entidades elementales

y revoloteantes formas de vago pensamiento a medias encarnado

y burdos comienzos de fuerza incontinente.

 

Al principio había allí una agobiante angostura,

una presión de poderes inciertos e inestables voluntades:

pues allí de todo había mas nada en su lugar.

 

A veces llegaba un respiro, una puerta era forzada;

cruzaba a través de espacios de un secreto yo

y recorría pasajes de Tiempo interior.

Por fin desembocó en una forma de cosas,

un comienzo de lo definible, un mundo de sentido:

mas todo era todavía confuso, nada con fundamento propio.

 

Alma no había allí sólo gritos de vida.

 

Un denso y clamoroso aire la rodeaba.

 

Una horda de sonidos desafiaban al significado,

discordante choque de gritos y contrarias llamadas;

una turba de visiones irrumpía a través de la vista,

atropellada secuencia carente de sentido y de continuidad,

sentimientos se abrían paso a través de un atestado y agobiado corazón,

cada uno forzaba su inconsecuente vía separada

sin preocuparse nada más que del brío de su ego.

 

Una concentración sin acorde o voluntad común,

el pensamiento vigilaba al pensamiento y estiraba del tenso cerebro

como para arrancar a la razón de su asiento

y arrojar su cadáver al sumidero que bordea el camino de la vida;

así pudiera olvidado yacer en el fango de la Naturaleza

abandonado el muerto centinela del alma.

 

Así podría la pujanza de la vida sacudirse el gobierno de la mente,

la Naturaleza renunciar al gobierno del espíritu

y las meras energías elementales

hacer del sentido una gloria de gozo ilimitado,

un esplendor de extática anarquía,

una jarana potente y alocada de gozo total.

 

Esto era el instinto del sentido desprovisto de alma

o como cuando el alma duerme escondida vacía de poder.


Mas ahora la divinidad vital despierta en el interior

y eleva la vida con el toque Celestial.


Pero ¿cómo llegarán la gloria y la llama
si la mente es arrojada al abismo?
 
Pues el cuerpo sin mente carece de luz,
del rapto de la sensación del espíritu, de la alegría de la vida;
todo entonces deviene subconsciente, tenebroso,
la inconsciencia pone su sello en la página de la Naturaleza
o si no un disparatado desorden confunde el cerebro
enviando a lo largo de las vías de una estragada naturaleza
un caos de impulsos desordenados
a través del cual la luz no puede llegar, ni la alegría, ni la paz.
 

Este estado ahora amenazante, lo expulsó de ella.

 

Como en una larga interminable agitada calle

arrastrada en medio de una arrolladora turbamulta apresurada

hora tras hora caminó sin tregua

conteniendo con su voluntad a la inconsciente jauría a raya;

fuera de sus horribles empujones apartó su voluntad

y fijó su pensamiento sobre el Nombre salvador;

luego todo se volvió silencioso y vacío; estaba libre.

 

Una gran liberación llegó, un espacio de vasta calma.